Inmaculada Concepción: “Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a vos.”
Virginidad perpetua: por el velo blanco que vestía María desde la cabeza a los pies, recuerda el velo con que cubrían su cabeza, las mujeres vírgenes de la primera Iglesia.
Maternidad divina: la Cruz signo de Cristo y de su obra redentora, nace y se apoya en la letra M, primera letra del nombre de María, Madre, Mujer.
Asunción gloriosa: María sobre la esfera, aparece llena de belleza resplandeciente y Reina del Universo
Mensaje Doctrinal de la Medalla
El anverso de la Medalla sintetiza la gran promesa de Dios en la primera página de la Biblia, la del Redentor y de la Mujer que le será asociada y que aplastará la cabeza de la serpiente infernal. Porque el mismo decreto divino que requería al Redentor, quería también la asociación de María a su obra redentora.
Por el contrario el reverso de la Medalla nos muestra la última revelación mariana de la Escritura, la de esa mujer que San Juan nos presenta en el Apocalipsis "revestida de sol, la luna bajo los pies y coronada de doce estrellas". Y entre ambas está la página central de la Revelación y de la actitud del amor de Dios a favor de la Humanidad, el misterio de la Encarnación y el de la Cruz en que el Redentor y su Madre están unidos en la obra común de nuestra salvación, así como lo sugieren el simbolismo de la M coronada por la Cruz y el de los dos Corazones doloridos. María estaba de pie junto a la Cruz y su corazón traspasado por una espada sufría al mismo tiempo que el de su Hijo, Rey de los Judíos, crucificado y coronado de espinas.
Por el hecho de mostrar la Medalla a la Virgen asociada a su Hijo, subraya otro aspecto de la verdad teológica mariana; la de ser Cristocéntrica, es decir que María existe totalmente en función de Cristo y la devoción mariana no tiene otra razón de ser sino la de llevarnos a Cristo.
La Misión de María era darnos a Cristo. Ella es Madre de Cristo para darlo al mundo. Esto crea entre Ella y El un lazo tan profundo y tan único, que en adelante estará ligada inseparablemente a El para toda la obra de salvación tanto en su fase terrenal como en su fase celestial. Sin Cristo, María jamás habría existido con sus privilegios incomparables.
Todo en Ella está en función de Cristo: dar a luz a Cristo, ayudar a Cristo en su misión, conducirnos a Cristo. Lo mismo debe decirse de nuestra piedad mariana. No amamos a María principalmente por Ella ni por nosotros, sino porque es Madre de Cristo, y porque esta prerrogativa única de la Madre de Dios le ha valido todos los demás privilegios que admiramos en Ella, que menciona la Medalla y que someramente vamos a recordar.
Y esto está plenamente de acuerdo con la doctrina mariana del Vaticano II, el cual enseña esta mediación de la Virgen en el Cielo, pero en dependencia de Cristo, mediador necesario y principal. La primera fase de la aparición del 27 de noviembre de 1830 contiene la misma enseñanza, es a Nuestro Señor a quien María ofrece el globo, dice Sor Catalina. Es a El a quien pide las gracias, porque todo viene de El, única fuente de salvación.
"Ten confianza, le repite, yo velaré por tí".
"La primera aparición - Sor Catalina a los pies de la Virgen - nos revela la Realeza de María sobre "cada persona en particular". La segunda aparición simboliza la Realeza de Nuestra Señora sobre "todo el mundo". Y la tercera aparición, en la que la Virgen está de pie detrás del altar, teniendo a sus plantas el Sagrario nos recuerda que su Realeza se extiende hasta el "campo de la gracia".
Mensaje Pastoral de la Medalla
En la Medalla encontramos una invitación a la devoción del Corazón de Jesús y al corazón de María. La Cruz es un punto fundamental en la Medalla.
Cruz: síntesis del evangelio de Jesús
Cruz: signo del misterio pascual, muerte y resurrección de Cristo.
Desde la cruz, Jesús nos da por madre a María
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Un llamado a la oración
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El Santo Rosario
Nuestra Señora llevaba tres anillos en cada dedo, es decir tenía en cada mano un Rosario entero de quince decenas. Manera magníficamente elocuente de advertirnos que la oración que conviene dirigirle, "su oración" es el Rosario. Mas que todas las plegarias, el Rosario hace brotar de sus manos sobre las almas, torrentes de gracias.
Recemos entonces el Rosario si queremos obtener abundantemente las gracias que María distribuye, puesto que los rayos que simbolizan estas gracias salen de las decenas del Rosario que María llevaba en sus manos. Pero velemos para decirlo con la devoción requerida. Si algunas piedras de estas decenas no brillan ¿no es porqué recitamos negligentemente el Rosario? En su lecho de muerte, Catalina Labouré solícita de decir todavía a sus cohermanas una palabra más sobre la SS. Virgen antes de abandonarlas, murmura sencillamente: "Recomienden que se rece bien el Rosario". Ella había comprendido la importancia de su rezo ferviente.
... es cerca del Sagrario donde será necesario buscar ánimo y confianza:"Pero venid cerca de este altar, ahí las gracias serán derramadas sobre todas las personas que las pidieran con confianza y fervor: serán derramadas sobre grandes y chicos."
Otros mensajes
He aquí algunas lecciones de esta Epifanía mariana de 1830. No agotan sin duda el rico simbolismo de la Medalla. En efecto, al mostrarnos la Cruz que domina la letra M, la Virgen ¿no ha querido acaso significar que nuestra vida como la suya debe tener parte en el misterio de la Cruz?
Al colocar ambos Corazones uno al lado del otro, ¿no ha querido estimular la doble devoción al Corazón de Jesús y a su Corazón Inmaculado? Al poner en la Medalla las doce estrellas, en las que los Comentaristas del Apocalipsis han visto una alusión a los doce apóstoles, ¿no ha querido recordarnos el deber del apostolado obligatorio para cada cristiano bautizado? Es posible, aunque menos evidente. Mas, aún sin eso, la Medalla es bastante rica en lecciones para que la amemos.
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